Ora me quedo yo

En la empresa hay ciertos movimientos que tuvieron como resultado que un grupito se fuera a ir a vivir fuera de México unos 6 meses o más. Esto es todo un caso porque la gente que quieren mandar no se deja y otros que si quieren ir no les llaman y andan rogando. No, yo no voy, programar es para los feos (notese mi ardidez).

De ese grupo, algunos se han acercado a mí por haber vivido en España y quieren que les cuente si lloraba, como es que no me morí por no comer tortilla o cómo le hacía si me ponía jamaicona. Yo les cuento y les digo que se vayan, que no le saquen.

Así que en la peda de despedida, se veian caras raras. Si bien la situación de ellos no es igual a la que yo viví, supongo que esa sensación de tener tu vida empacada en 2 maletas -y una de mano- es la misma. De pronto me di cuenta que ahora yo soy la que se queda. Había estado tan emocionada convenciendo gente a que se largara que no me di cuenta del lado en el que ahora me encontraba.

En un instante pase de desmadrosa a extrañada. ¿Como volverán? ¿Que estaré haciendo yo? ¿A quien le voy a preguntar sobre ciclos de vida?. ¿Con quien me voy a poner peda?. Supongo que la pre-nostalgia es contagiosa y que mis neuronas ya estaban desconectándose en bola, porque me asustó el pensar que tal vez y este era otro hito de esos que a veces pienso que existen y de los que salen mundos paralelos en los que soy diferente ahí.

Lo raro -y muy raro- es que esta vez yo no me fui.