29.5.08

Inventario

Para metatextos

Pasaron varios años hasta que volví a ver a Arturo Belano. Lo encontré eligiendo una de esas camisas de cuadritos de señores. El segundo en que sostuvimos la mirada fue suficiente para que la sangre se me helara y huyera. Una vez resguardada en la agradable multitud de la plaza regresé a mis 16, cuando lo conocí…

Lo nuestro violaba mas de una ley y nosotros buscábamos sentencia de por vida. Tal vez en celdas separadas dejaríamos de tocarnos, de desvestirnos con la mirada, de darnos esos besos eternos, cuando la eternidad se terminaba ante la mirada de algún vigía mojigato.

En un segundo regresé a los besos frente a Paul y Bono, a la alfombra con tinto derramado, a las llamadas trasatlánticas sin tono, a un corazón que terminó amargado. Al insomnio, las pesadillas, los cigarros. El miedo, el deseo, el desamparo. Mi vientre fértil desgarrado.

Jamás volvería a su olor, a mis manos en su cabeza, a su silencio dándome la espalda. Nunca más habría madrugadas sin dormir, esa cama no soportaría más mi cuerpo derrotado. Siempre me quedaría con su risa, con la manera de moverme, con la mierda que sigo cargando.

Habían pasado ya muchas noches doblando ropa y más madrugadas soñando con su boca. Dos años odiándolo, mil y un días olvidándolo. Dos niños y sus padres, treinta y tres amantes de ocasión. Aunque ninguno al que mi cuerpo buscara con la misma vocación.

Este inventario repasaba en mi pensamiento, intentando inmovilizar mis pies en el pavimento. Pero la fuerza de buscarle soportaba por mucho el peso que cargaba en las bolsas de mi pasado. Y volví a buscarle… pero no encontré a nadie.

0 atinados comentarios: