4.4.08

Matilda Rodríguez, Llorona profesional

Su profesión era la más inusual para vivir en la Ciudad de México, en pleno 2008. Sin embargo era ampliamente recomendada, incluso por el personal de la famosa funeraria de Félix Cuevas, en la que le había llorado a más de un artista o político importante.

Aquella tarde había sido contratada para llorar fuertemente -casi rayando en la histeria- durante 2 horas. Su llanto y duración preferida. Siempre había pensado que nadie podía haber sido tan bueno como para merecer un llanto más largo.

Entró a la sala sin fijarse siquiera en el nombre del patrón, como se refería ella al muertito. De reojo miró a los presentes y los encontró extrañamente conocidos. -De accidente seguramente, de los que se quedan medios muertos y van cayendo en cadena- pensó. Además que de luto y con semblante triste, toda la gente luce igual.

Se instaló de rodillas ante el féretro y comenzó a llorar. Al principio los sollozos eran casi imperceptibles, pero a los cinco minutos el fuerte llanto acompañado de frases atormentadoras como ¿Por qué Dios mío? ¿Porque?!?! ¡Aun no era tiempo!, provocó que varias mujeres la acompañaran en esa pieza orquestal que el llanto fúnebre es.

Entre llanto y moco, sus acompañantes hacían comentarios de la fallecida.

-Siempre tan considerada con los sentimientos de los demás-
-Nunca le importo salir de madrugada, a cualquier hora estaba disponible-
-Supongo que su trabajo la enloqueció… ¡Mira que irse por lo más cobarde y ruin!-
-Ve a la llorona, se nota que ella era su colega… ¡Que bien llora!-

Matilda sabía que las conversaciones en los funerales siempre son iguales. Sin embargo, la última frase le despertó curiosidad: nunca había sabido de alguna colega profesional.

Se acercó al féretro abierto y un frío intenso le recorrió el cuerpo. Su fuerte llanto fue callado para sólo transformarse en un grito espeluznante al tocarse el cuello y comprobar que tenía las mismas marcas que la patrona. Marcas de la soga con la que se colgó.

0 atinados comentarios: