17.4.08

2005 - 40°24′ Latitud , 3°41 Longitud

Un piso en Atocha no queda tan cerca del cielo me recordaba al entrar a esa vieja estación.

Había vuelto. El vivero, las tortugas, los top manta, el cielo azul. Todo estaba ahí. Faltaban sus besos, mi sonrisa que enseñaba todos los dientes y sobre todo, faltaban sus dedos dibujando mi escote mientras me tomaba un cortado en la barra de esas islitas con café.

Pagué un euro y medio por el café (una ganga) y una sonrisa melancólica se dibujó en mi rostro ante el ¡Venga, guapa! del cantinero. Tomé mi back pack naranja y subí al tren rumbo a Sevilla. Ese bulto pesaba más de lo que recordaba.

Ya instalada en mi asiento de segunda clase, abrí la maleta. Hasta arriba estaba un Teddy Bear -Que raro, pensé- y con enorme curiosidad y prisa espulgué para que más hallaba. Una falda azul con vuelo y unas tanguitas con la leyenda “kiss me maddly”. -Muy sexy- pensé con una sonrisa torcida y me lo medí -muy pequeño para estas caderotas- .

Una foto con dedicatoria me hizo envidiar a sus amigos. Un libro de Poncela y un encendedor que solo decía “made in china”. ¿Fumaba? una cajetilla lo confirmó. Recordé el placer que era fumar después de comer o coger. Me maldecí por haberlo dejado. ¿Para que?, si al final lo que me había de matar no era un enfisema.

Seguí espulgando con ansiedad. Cada objeto desempacado me indicaba que pertenecía a una persona muy diferente y lejana a mí. Sin duda, ella era alegre, desinhibida y con un gran futuro por delante.

Encontré su pasaporte lo comparé contra el mío. Mismo nombre, misma fecha de nacimiento, diferente cara. Su foto gritaba felicidad y la mía amargura. Y no eran las arrugas. Guardé todo antes de comenzar a llorar.

Sólo me queda esperar a mañana. Fue una millonada lo que pagué por ese viaje en el tiempo. Esperar haber activado las reacciones correctas al volver en el tiempo y nunca conocerlo. Y no terminar refundida 30 años en una cárcel andaluza.

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